Hay una mentira
común en la relación de pareja: “Tenemos que llegar a un punto medio”. ¿Quién
define cuál es el punto medio? ¿Quién hace de juez? ¿Acaso ambos perciben que
están cediendo lo mismo? ¿Acaso no es común pensar: “Yo estoy cediendo más” o “Yo
siempre soy el/la que cedo”?
Es evidente
que en una relación siempre hay que ceder. Siempre hay diferencias de opinión,
de gustos, de intereses, de amistades, de paradigmas, de energía, etc. Para estar juntos cada uno tiene que hacer el
esfuerzo por renunciar un poco a sí mismo. Pero esa renuncia no puede
entenderse matemáticamente. En primer lugar porque es muy difícil o imposible medir
cuánto renuncia uno y cuánto el otro. Y en segundo lugar porque el amor no es un
contrato con cláusulas claramente determinadas que uno tenga que cumplir y el
otro tenga que supervisar y medir que estemos cumpliendo nuestra parte del
contrato. Ese camino no llega lejos.
El amor no se
trata de puntos medios. Se trata de donación y entrega a la persona que amamos.
Si esa donación es generosa y viene de ambas partes, no se buscará un punto
medio, sino el punto en que los dos puedan vivir bien. Y a veces ese punto está 75, 90 o hasta 100%
más cerca de uno que del otro. Por eso los sacrificios son una parte
fundamental en el amor. Y para que el amor crezca, florezca y perdure es muy
importante que ambos aprendan a hacer estos sacrificios sin estar buscando puntos medios ni tampoco llevando
las cuentas. Pero atención: ambos tienen que esforzarse. El amor en una pareja se
construye de a dos.
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